inexorable el viaje que nos ha obligado
a hacer el destino en estos tiempos aciagos
en los que no hay cuartel para el cansado viajero
ni posada, ni catre, ni resguardo.
Enfundado en su capa de viaje
se acurruca junto a su montura
para sentir calor, el calor de la compañía
el calor de las risas amigas en una taberna
junto a un fuego en el hogar, y una jarra de cerveza
donde ahogar penas y risas, risas y penas.
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